La unidad tiflológica nacional sigue siendo un punto de lucha de cuya importancia capital para lograr sus reivindicaciones sociales aún no están conscientes muchas personas ciegas.
La historia del movimiento tiflológico internacional comienza cuando, el 12 de Septiembre de 1771, el políglota Valentín Agüì se convierte en el pionero de la tifloeducación en el mundo. Había focos de unidad en asilos, pero la mayoría estaban aisladas y otras dispersas mendigando. Con Agüì comenzó la unificación, que continuó con las instituciones de servicio a lo largo del siglo XIX, escuelas, bibliotecas, centros de rehabilitación yotras entidades durante el siglo XX, con asociaciones de diversos géneros para la consecución de mejores beneficios; yapartir de la segunda mitad del pasado siglo, los aportes de la Federación Internacional de Ciegos y el Consejo Mundial para el bienestar de los ciegos, y más recientemente la Unión Mundial de Ciegos y sus siete ramas regionales.
Aún cuando existen instituciones en situación de retraso, la posición actual de las personas ciegas dista mucho de ser lo que era antes de comenzar este período histórico de 244 años. Ttodo este resultado positivo es producto de la unidad de esfuerzos, de inteligencias, de recursos, de políticas, de intercambios de experiencias y de muchos otros factores.
Los esfuerzos de personas e instituciones de América Latina cristalizaron en la constitución del Consejo Panamericano Pro-ciegos y de la Organización Latinoamericana para la Promoción Social de los Ciegos, que dieron lugar el 15 de noviembre de 1985 a la formación de la Unión Latinoamericana de Ciegos (ULAC).
Todavía se realizan esfuerzos positivos en algunos de nuestros países para lograr, a través de movimientos federativos u otras variantes, la tan necesaria unidad; sin embargo, hay que continuar haciendo conciencia sobre su vital importancia. Generalmente existen en ellos decenas de instituciones integradas por un reducido número de compañeros con pocos recursos para sostenerse.
La difícil situación y las pocas oportunidades contribuyen a la incomprensión y al poco entendimiento entre ellos. Estas causas, en vez de atraer la unidad, la alejan. Al mismo tiempo, la creación de nuevas organizaciones ha generado un conjunto de factores en la realidad social que han favorecido la unidad. La inspiración viene del lema “En la Unidad está la Fuerza, y en la fuerza la Victoria”. Un hecho real tanto se trate de fuerzas que exitosamente luchan por la independencia de una nación, de varios países que se integran en una comunidad comercial o económica, como entre los elementos de cualquier colectivo humano grande o pequeño, donde la lucha por el mejoramiento de las condiciones de vida se hace necesaria. Los movimientos tiflológicos han venido alcanzando mediante la unidad su fortalecimiento, lo que llama a la reflexión a fin de que sigan dando de sí cuanto sea posible en aras de esa unidad que ha probado ser, más que un medio eficaz de lucha, una condición imprescindible y fundamental para la obtención de altos resultados.
Sin unidad no hay progreso y puede más bien haber un retroceso, lo cual perjudica lo que tanto ha costado conseguir. Las ambiciones personales y el deseo de poder son altamente peligrosos para el mantenimiento de la unidad; y si las personas ciegas piden oportunidades para poder avanzar, este avance será posible con la unidad institucional.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en Signo Generador, órgano Divulgativo del Consejo Venezolano del Braille, año 14, Nº 13, agosto 2015.
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