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Educación virtual en tiempos de Covid-19: un desafío para madres con discapacidad visual

La pandemia por coronavirus (Covid-19) ha impuesto un modelo educativo en el cual las nuevas tecnologías y los canales digitales son herramientas imprescindibles en el proceso de aprendizaje a distancia, donde los padres tienen un rol esencial tan importante como el de los educadores en la formación de los niños, pero mucho más activo que en el pasado. ¿Cómo enfrentan este nuevo contexto las madres con discapacidad visual en nuestro país?

Celeste Fajardo con una laptop y sus 2 hijos realizando tareas educativas.

De acuerdo a lo planteado, conviene definir la discapacidad visual según la Organización Mundial de la Salud, donde se divide en 2 conceptos: ceguera y baja visión. En este orden se conceptualizan: “El término ceguera abarca desde 0.05 de agudeza visual hasta la no percepción de la luz o 0una reducción del campo visual inferior a 10º”. En segundo lugar: “El término baja visión comprende una agudeza máxima inferior a 0.3 y mínima superior a 0.065”.

En este sentido, la población con ceguera o baja visión debe afrontar retos en su día tras día ante las barreras de accesibilidad enmarcadas en diversos roles de su vida cotidiana, considerando que ante su condición de discapacidad visual en innumerables ocasiones su interacción está limitada por la falta de adaptaciones que favorezcan su participación en el cumplimiento de sus responsabilidades familiares, laborales y sociales.

Afrontando nuevas barreras

Si la educación virtual es todo un reto para los padres de familia que no tienen ninguna discapacidad, ya que han tenido que adaptar el trabajo en casa con las labores domésticas, el cuidado y la educación de los hijos, imagínese el desafío que eso representa para las madres con deficiencias sensoriales o limitaciones físicas. Muchas veces es una experiencia muy complicada y abrumadora.

En primer lugar, hay que tener presente que el confinamiento y aislamiento social es muy difícil para una persona con discapacidad, especialmente si no cuenta con la colaboración de familiares o amigos. A esto se le suma el estrés debido a la sobrecarga por las tareas del hogar, ya que se han incrementado a dobles o triples jornadas debido a la distribución injusta que socialmente se han hecho.

Y es que en la mayoría de los casos, por normas sociales, el cuidado de los hijos y el acompañamiento escolar es responsabilidad de las mujeres, aunque tengan alguna discapacidad. Pese a que no se cuenta con cifras exactas sobre cuántas féminas y cuántos hombres poseen esta condición, en el mundo hay unos 285 millones de personas con discapacidad visual, Según estadísticas ofrecidas por la Organización Mundial de la Salud, de las cuales 39 millones son ciegas y 246 millones se consideran baja visión.

Asimismo, según las estadísticas del Censo de Población y Vivienda de 2011, en Venezuela hay aproximadamente 1.720.311 personas con discapacidad. De ellas, el 1,7%, es decir unos 454.997 individuos, tienen deficiencias visuales. Pero no existen registros de cuántos padres con esta limitación habitan en el territorio.

En los últimos años se ha incentivado la inclusión escolar de los niños con discapacidad y se han alcanzado muchos logros importantes al respecto, pero poco o nada se habla de los esfuerzos extraordinarios y peripecias que viven día tras día los padres con discapacidad para que sus hijos cumplan con las exigencias del sistema educativo como el resto de sus compañeros y sean ciudadanos exitosos en estos tiempos de pandemia.

Mujeres resilientes

Keila Sánchez, docente con discapacidad visual y madre de dos niños de siete y cuatro años residenciados en Caracas, asegura que su experiencia en este proceso de aprendizaje remoto fue difícil y angustioso al principio, pero se ha ido adaptando a las circunstancias buscando equilibrio entre sus responsabilidades diarias y la nueva normalidad a la que se enfrenta. Resaltó que gracias al apoyo visual de su madre ha podido llevar adelante la educación de sus pequeños.

“El colegio nos envía las tareas por WhatsApp o correo electrónico, pero en la mayoría de los casos son fotografías y, aunque cuento con aplicaciones en el celular que permiten leer sus contenidos, a veces son inaccesibles y tengo que pedir asistencia a mi madre, quien también graba los videos de las exposiciones y revisa la ortografía y escritura en los cuadernos del niño”, expresó la docente.

Asimismo, Keila manifestó que tuvo que solicitar reducción de su jornada laboral para poder combinar su teletrabajo con las responsabilidades de educación y cuidado de los hijos, mientras que su esposo, quien también es ciego, redobla esfuerzos para obtener recursos económicos que permitan atender sus demandas cotidianas.

Otra experiencia familiar significativa es la de Francis Carreño, abogada con discapacidad visual, madre de un niño de nueve años y criando también a su nieta de siete años en la capital del país. Asegura que no ha sido tan sencillo adaptarse a esta nueva modalidad educativa, pues ha tenido que reinventarse y mantener el equilibrio emocional, pues a veces el desespero, la frustración, la tristeza, el miedo y la rabia parecen ser protagonistas.

Sin embargo, se sobrepone a estos momentos y agradece el esfuerzo y dedicación de su esposo, también con discapacidad visual, quien le colabora escribiendo en braille las tareas que les envían por WhatsApp para que posteriormente puedan dictárselas a los menores. También indicó que además de la formación académica, estimula las manualidades y manifestaciones artísticas con los pequeños para hacerles más ameno el recorrido por este nuevo camino.

Francis declaró la necesidad de que una institución se encargue de la atención a los padres con discapacidad. “Así como existen las Escuelas para Padres, es importante que alguien nos tome en cuenta y nos ayude con la orientación, apoyo, protección y educación de nuestros hijos, porque muchas veces no tenemos acceso a informaciones o somos excluidos porque nada se divulga sobre adaptaciones para padres con discapacidad”, expresó.

Una experiencia motivadora en el occidente venezolano es la de Sandra Valencia, docente con discapacidad visual y madre de una pequeña de siete años, moradoras de San Cristóbal, estado Táchira. Cuenta que ha sido complejo llevar el ritmo de las tareas al día, pues ella y su esposo son ciegos y, aunque tienen teléfonos parlantes para realizar las investigaciones, a veces se les dificulta efectuar actividades manuales que requieren visión.

“Inicialmente las asignaciones eran enviadas por WhatsApp, pero ahora se utiliza el Google Classroom como complemento de la formación y, aunque la herramienta es muy intuitiva, mi esposo y yo tenemos que hacer captures de pantalla, enviarlas al celular para escanearlas y luego dictárselas a la niña, lo que requiere de más tiempo y dedicación”, afirmó Sandra.

Al otro extremo del país, Jéssica Marcano, también docente con discapacidad visual y madre de un adolescente de 12 años, residenciados en la ciudad de Maturín, estado Monagas, señala que debido a la emergencia sanitaria ha tenido que balancear sus responsabilidades laborales, escolares y familiares en el mismo espacio doméstico.

Marcano explicó que durante las mañanas trabaja brindando asesoría tiflotecnológica vía internet, por las tardes le colabora a su hijo en las asignaciones escolares, aunque él es muy aplicado y tiene buenos hábitos de estudio. Subrayó que el papel de los padres es vital en estos tiempos, pues ayudarán a que sus hijos asuman el compromiso con la escuela, que tengan una adecuada gestión del tiempo y establezcan horarios para el aprendizaje, además de supervisarlos y orientarlos en el uso de las herramientas digitales.

“Es necesario que los papás establezcamos límites y reglas sobre el uso de la tecnología para que nuestros hijos no hagan uso de redes sociales o juegos en línea mientras estudian, además de impulsarlos a complementar su aprendizaje con otros métodos más tradicionales, como la consulta de diccionarios y libros de texto”, indicó Marcano.

Enfatizó la docente que para que la enseñanza virtual sea accesible y eficaz, es necesario disminuir las brechas tecnológicas que hay en la mayoría de las poblaciones, pues a veces no se cuenta con teléfonos inteligentes y acceso permanente a internet. En este sentido, destacó que al menos en su caso, a pesar de tener un teléfono parlante y una computadora, la conexión a internet representa un gran desafío porque es muy inestable.

Rompiendo paradigmas

Las madres entrevistadas agradecieron la oportunidad de ser escuchadas pues existen barreras y prejuicios sociales que no permiten muchos espacios donde pueda debatirse el tema sobre levantar una familia cuyos progenitores tengan discapacidad.

Y es que aunque ser padres nunca ha sido fácil, para las madres con discapacidad visual esto representa una titánica labor, noble y gratificante que disfrutan a plenitud, pues afirman, sin dudarlo, es el mejor regalo que les ha dado la vida, a pesar de los prejuicios sociales y la presión por los cambios en los hábitos y costumbres a los que han tenido que someterse por la pandemia de la Covid-19.

Estas mujeres son ejemplo de resiliencia, autocuidado y capacidad de adaptación a una nueva disciplina social determinante en el bienestar emocional de sus familias. Son una luz esperanzadora y optimista para mejorar la calidad de vida de las personas a partir de sus propios recursos.

Keila, Francis y Sandra son mujeres que rompen paradigmas, saltan obstáculos, superan barreras y, pese a sus deficiencias sensoriales, enfrentan los desafíos con eficiencia, asertividad y optimismo. Además ajustan sus expectativas para mantener la salud emocional y fortalecen sus capacidades para guiar, acompañar y supervisar el avance de los hijos en sus clases virtuales como cualquier madre en esta nueva normalidad.

Finalmente, se aspira a que en un futuro muy cercano se pueda incluir en las orientaciones pedagógicas para los diferentes niveles y modalidades de la Educación Venezolana un apartado que incluya a los padres y representantes con discapacidad visual, donde se indique que la información enmarcada en la escolarización virtual sea accesible para esta población y así logren cumplir con su responsabilidad como apoyo para la formación de sus hijos. Es decir, así como se habla de adaptaciones curriculares para los niños, es preciso hacer adaptaciones informativas para los padres y representantes con esta condición, de manera que la calidad de la educación inclusiva pueda alcanzar mayores logros en su campo de actuación.

Fuentes electrónicas consultadas

Nota: Este artículo fue el ganador del primer Concurso de ensayos sobre tiflotecnología organizado por la Red Nacional de Tecnología, Información y Comunicación de FEVIC y FUNDEPT.


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